Minas de Freijo, Freixo, Monforte de Lemos, Lugo

domingo, 14 de mayo de 2017

Del siglo XV son los primeros documentos que hablan de la extracción del hierro en Freixo para abastecer las ferrerías encargadas de la fabricación de armamento para el Conde de Lemos, Pedro Álvarez Osorio.

Minas de Freijo

Planta de tratamiento del mineral y tolva a sus pies (Fot. J.M. Sanchis, 2017)

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En junio de 1912 se constituyó en Lugo la sociedad Compañía General Minera de Galicia, con la intención de explotar el rico yacimiento de magnetita de Freijo, basándose en los informes favorables de Peña (1911) y Lasala (1913). Se efectuaron para ello pozos, zanjas y galerías sobre los cuatro filones reconocidos, aunque la explotación intensiva del grupo no se efectuaría hasta 1924, cuando se hizo cargo del mismo la sociedad Minerales de Hierro de Galicia, compañía constituida en Madrid con capital alemán en noviembre de aquel año.

Minas de Freijo

Entrada al poblado minero (Fot. J.M. Sanchis, 2017)

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El grupo estaba formado por 14 concesiones (Vicente, Venancio, Mariquita, Trinidad, Freijo, Esperanza, etc.), que ocupaban un total de 787 hectáreas, siendo Esperanza, de 312 Ha la mayor de ellas. Se instalaron dos planos inclinados de 90 y 120 m para descender el mineral hasta la estación de carga del tranvía aéreo, un tricable sistema Pohlig de 7760 m de longitud y 78 apoyos intermedios, que lo trasladaba hasta la estación del ferrocarril de Canabal. Desde este punto, el mineral era llevado por el ferrocarril de León a Orense hasta el cargadero de Rande (Redondela, Pontevedra), a 162 km del yacimiento, en plena ría de Vigo. Allí se embarcaba con destino a Inglaterra y, principalmente, a Alemania.

Minas de Freijo

Plano de labores (Hierros de Galicia, Tomo III. IGME, 1935)

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Trabajaban en el grupo en esta época unos doscientos obreros, habiéndose extraído entre 1926 a 1928 casi 114000 toneladas. Al frente de la mina estuvo el Vice-cónsul alemán en Monforte de Lemos, Frederic Wilhelm Cloos, quien dirigió el suministro de mineral de hierro y wolframio a su gobierno tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial. Las minas se paralizaron en septiembre de 1931, retomándose la actividad una vez finalizada la Guerra Civil Española, aunque la derrota de Alemania en 1949 supuso el inicio de un lento declinar que finalizaría en 1958, con el abandono de las explotaciones.