Hace unos días recorrimos el Teso de la Calera y sus dos localidades clásicas, a saber: Pegmatitas del Teso de la Calera y Esquistos del Teso de la Calera. Ampliamos hoy nuestra base documental con algunas imágenes de la segunda de ellas.

Esquistos del Teso de la Calera
Parcela de olivos sobre suelos arcillosos desarrollados sobre los metasedimentos paleozóicos (Fot. J. Alonso, 2025)
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Como podéis observar, no aflora ningún nivel de esquistos con granate, sino más bien suelos agrícolas desbrozados y labrados para el cultivo de olivos y almendros. En determinadas zonas, el arado arranca y dispersa fragmentos de los esquistos con granate que constituyen la roca madre infrayacente, facilmente deleznable, lo que favorece la aparición de monocristales de almandino e incluso agregados de numerosos cristales entre las arcillas rojas y restos de los metasedimentos que conforman el suelo.

Esquistos del Teso de la Calera
Granate almandino fotografiado cenitalmente a sus ejes de simetría principales (Fot. J. Alonso)
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En esta localidad, los monocristales de granate presentan por lo general hábito rombododecaédrico y un tamaño medio entre 2 y 3 centímetros, aunque se han citado mayores. Sus caras se encuentran fuertemente alteradas y cubiertas de biotita. Tras su limpieza presentan un color marrón-rojizo muy oscuro, casi negro y, por supuesto opacos. En cualquier caso, su geometría regular los hace atractivos para el coleccionismo.
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Salinas de Rusalado
Vista general (Fot. J.M. Sanchis, 2025)
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La extracción de sal en Poza de la Sal se inicio probablemente en época romana o anterior, cesando su actividad durante largo tiempo hasta su rehabilitación hacia el año 937, cuando pasaron a ser propiedad del Monasterio de San Pedro de Cardeña, y en el siglo XI al Monasterio de San Salvador de Oña. Felipe II estancó la sal haciéndose el Estado con el control de la producción y venta, aunque la propiedad continuó siendo de particulares. El declive de estas salinas se inició a comienzos del siglo XX, hasta su total paralización en la década de 1960.

Salinas de Rusalado
Vista general de las eras(Fot. J.M. Sanchis, 2025)
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La sal procedía de un diapiro del Keuper cercano. Para su obtención se disolvía la sal introduciendo agua dulce, que atravesaba los terrenos salinos a través de una serie de conductos y galerías, extrayéndose luego la salmuera obtenida mediante pozos o por gravedad.

Pingostes para elevar la salmuera (Fot. J.M. Sanchis, 2025)
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Esta salmuera era depositada en grandes balsas, desde donde era distribuida hasta las eras de evaporación (granjas). Una vez cristalizada la sal, era recogida y almacenada provisionalmente en unos edificios de madera llamados chozas y chozones, para ser posteriormente depositada en cualquiera de los tres almacenes oficiales (Trascastro, La Magdalena y el Depósito Real).

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Almacén de Trascastro (Fot. Jesús Hernández)
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Las salinas de Rusalado han sido rehabilitadas en tiempos recientes, finalizando su segunda fase en el año 2024. La entrada es libre y gratuita, y en un cerrillo próximo podemos contemplar una escultura de Félix Rodríguez de la Fuente, obra del escultor Juan Villa, donada e instalada por el equipo de TV de Cuarto Milenio en el año 2015.
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