Vives en nosotros

viernes, 30 de marzo de 2018

Antonio Arribas Moreno (1923-2018)

Mis amigos Jesús y Manolo me han pedido que escriba algo acerca de Antonio Arribas Moreno. Como es normal, voy a omitir el bagaje académico y la dimensión científica del personaje. A eso llega cualquiera que busque en su vasta ejecución científica y ya se ha reflejado en otros foros. Mi modesta aportación se limitará a la persona. Y, si he aceptado el requerimiento de Jesús y Manolo, yo que no soy nadie, es porque creo que otras personas pueden tener el mismo sentimiento de privilegio de haber conocido a la persona y no sólo al genial geólogo.


Número de fotografías: 8 (Clic en la foto para ver secuencia)

Nunca he sido alumno de Antonio en un aula. Pero, como apasionado de los minerales, empecé a leer sus trabajos hace 30 años, siendo estudiante en la Escuela de Minas, como aquellas detalladas descripciones de los yacimientos españoles de uranio que se publicaban en las “Notas y Comunicaciones” del IGME. Me iba directo a la descripción mineralógica y rápidamente empezaba a fantasear con las bellas cristalizaciones de esos minerales en las minas que hoy son ya historia. Luego, la realidad de los hechos era generalmente más prosaica, léase masiva, pero ello no reducía mi entusiasmo. He visitado muchas minas de las estudiadas por Antonio y la lectura anticipada del estudio siempre me ha ayudado a poner los minerales en contexto, las “venidas uraníferas” como él las describía (¡hay que ver qué bien se escribía antes!, cuando se hablaba del estrato cristalino, de los licores fértiles y las labores mineras de disfrute. Por desgracia, esta evocadora y emocionante terminología ha dado paso a otra más aburrida y técnica). Arribas de hecho se licenció cuando Geológicas como tal no existía, eran Ciencias en general.


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Luego fundamos en la Escuela el GMM (1990) y más tarde empezamos con la edición de “Bocamina” (1994). En 1996 yo estaba como becario en la Universidad de Vigo y le mandé una carta. Nunca me ha faltado cara y estoy muy acostumbrado a no recibir respuestas, por tanto tampoco contaba con ella. Y va y me contesta!... de su puño y letra. Cuando volví a Madrid nos reunimos. Le llevé a casa de Paco Piña y le mostramos una proyección de fotos 3D de minerales españoles. Se lo pasó en grande y se notaba. Luego empezó a acompañarnos en nuestras excursiones y actividades, y creo que llegó a valorar y conmoverse con el torrente de pasión que hay entre los coleccionistas, tan denostados por otros cretinos que, bajo un academicismo pedante y mal entendido, miraban con condescendencia la actividad de aquellos.


Número de fotografías: 4 (Clic en la foto para ver secuencia)

Recuerdo cómo muchos jóvenes “escapamos” de la Sociedad Española de Mineralogía precisamente por este desafortunado desencuentro, que no estoy seguro de que haya sido superado. En aquel momento, tener al eminente Arribas como valedor de nuestras aportaciones y de nuestras modestas pero trabajadas contribuciones, fue realmente memorable ya que ayudó a investir de legitimidad nuestra actividad y a reconocer su valor científico, más allá de estrechos criterios curriculares. Por si fuera poco, hoy además se apuntan los prohibicionistas, medio ecologistas medio conservacionistas, medio tontos diría yo, estos catetos de nuevo cuño que también ven mal la recogida de minerales en el campo mientras les importa un pito que haya minas en el tercer mundo con mano de obra infantil mientras les garanticen el coltan necesario para dar lecciones morales desde sus teléfonos móviles.


Número de fotografías: 4 (Clic en la foto para ver secuencia)

Y desde entonces visité con él históricos espacios hoy inaccesibles bajo las aguas, como los subterráneos de San Joaquín en Almadén o Reocín, compartiendo kilómetros de coche y habitaciones en hostales en zonas mineras. También tuve y tengo estrecha amistad con algunos de sus discípulos, convertidos a su vez en eminentísimos geólogos como Fernando Palero o Ismael Solaz, depositarios de su talento y pasión. Ellos son sólo dos ejemplos que me son cercanos de una legión de profesionales que han pasado por sus manos, pero ¡qué gran categoría la de ambos!


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Creo que profesor de universidad puede ser casi cualquiera; pero otra cosa muy distinta es ser un profesor que comunique impronta a su alumnado, que cautive la atención de los indiferentes y haga despertar, a través del entusiasmo, una imperecedera vocación y pasión por la materia. Por desgracia, la universidad española no tiene mecanismos depurativos que aparten a quienes no sirven y es por ello que brillan con singularidad los casos de maestros en toda la extensión del término. Los profesores que uno no olvida, los que realmente conducen a la excelencia profesional. Apenas conozco casos de buenos profesionales que no pongan las vísceras en lo que hacen. Antonio ha estado apuntándose a la batalla hasta que las piernas le fallaron, cosa que ha sido hace relativamente poco. También es significativo que en su propia familia varios siguieran la estela del maestro. Envío aquí un cariñoso y admirado beso para su hija Kitina, cuya devoción al padre en los últimos años de dificultades por una salud mermada revelan sin lugar a la duda la enorme estatura moral de esta entrañable familia. Siempre preguntando, siempre abiertos y humildes.

Le vi por última vez en enero de este año. Le dije muy en serio que el próximo día íbamos a ir a visitar El Retortillo, el nuevo proyecto de Berkeley de uranio en Salamanca. Le brillaban los ojos y hacía brillar los míos. Antonio Arribas nos ha dejado este Martes Santo en lo material, pero sigue viviendo en nosotros, legión de alumnos y amigos, gracias a esa enorme lección impartida con y sin libros y que se materializaba en su buen humor, en su afectividad, en su sencillez y su proximidad. Nuestro querido amigo y maestro Antonio vivirá siempre con nosotros.

Gonzalo García
29 de marzo de 2018