Minas de Las Herrerrías: Mina Santa Bárbara, Las Herrerías, Puebla de Guzmán, Huelva

lunes, 22 de enero de 2018

Minas de Las Herrerrías: Mina Santa Bárbara

Bancos de la corta desfigurados por la erosión y los desprendimientos (Fot. J.M. Sanchis, 2017)

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Jorge Riecken fue el primer propietario de la mina, quien las arrendó hacia 1880 a la compañía The Bede Metal Chemical Co. En 1885, J. Gonzalo y Tarín describió algunas labores de interior de este yacimiento. En 1895 se efectuaron trabajos de investigación, sin mucha fortuna, tanto de interior como de exterior, algunos de estos sobre antiguas labores de tartesos o romanos.

Minas de Las Herrerrías: Mina Santa Bárbara

Taludes y bancos de la corta (Fot. J.M. Sanchis, 2017)

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A finales del siglo XIX, las dimensiones de la corta eran de 130 por 140 m, y contaba con tres bancos, el tercero de ellos a 43 m de profundidad. En 1912 la mina fue arrendada por la compañía Saint Gobain, hasta que en 1945 se hizo cargo de la misma su filial, la Sociedad Minera del Guadiana, llegándose entonces hasta el nivel 60. Las primeras partidas de pizarras cobrizas se extrajeron en 1946, mediante un pequeño skip instalado en el antiguo pozo maestro.

Minas de Las Herrerrías: Mina Santa Bárbara

Apoyos del desaparecido castillete (Fot. J.M. Sanchis, 2017)

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En 1951 la explotación pasó a ser propiedad de la empresa española S.A. Minas de Herrerías, aunque en 1963 la mina estaba parada, a la espera de conocer el comportamiento de las pizarras durante el proceso de separación del Cu. En 1975 se modificó el método de recuperación del cobre en las pizarras, “...haciéndose la lixiviación en pilas y forzándose el ataque del mineral rociando mediante aspersores la solución ácida”.

Minas de Las Herrerrías: Mina Santa Bárbara

Instalaciones de cementación (Fot. J.M. Sanchis, 2017)

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La explotación del yacimiento se mantendría hasta 1983. La corta, actualmente inundada, llego a alcanzar los 153 m de ancho por 303 m de largo en su borde superior. Del primitivo pozo Santa Bárbara, ahora colmatado de escombros, y su castillete metálico, únicamente se conserva el brocal y parte de la caña. Frente a él, la arrasada zona de cementación y algunas construcciones de hormigón levantadas por la entonces empresa propietaria junto a Minas de Río Tinto para beneficiar el cobre contenido en las pizarras.