Cargadero del coto minero Requeté de Carrandi, Lastres, Colunga, Asturias

lunes, 17 de marzo de 2014

Cargadero del coto minero Requeté de Carrandi

Estructura marina de apoyo (Fot. A. Mario Fernández, 2013)

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La presencia de carbón en Colunga ya había sido citada por Jovellanos o Schultz, si bien el laboreo más o menos continuado comenzó a finales del siglo XIX en La Riera o Carrandi. De principios del siglo XX data la concesión del empresario vasco Antonio Acebal denominada Coto Minero Requeté de Carrandi.

Cargadero del coto minero Requeté de Carrandi

Vista general de la playa del cargadero (Fot. A. Mario Fernández, 2013)

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Para la extracción de la antracita en estas minas, se abrió sobre los años 30 un pozo plano, instalándose además un lavadero y un cable aéreo que transportaba el mineral hasta el cargadero cercano al puerto de Lastres, desde dónde era remitido mediante buques a Bilbao o Gijón.

Cargadero del coto minero Requeté de Carrandi

Apoyos de cargadero y torreta (Fot. A. Mario Fernández, 2013)

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A comienzos de los años 50, la concesión fue adquirida por el también vasco Nicolás Durana, quien reemprendió los trabajos y habilitó un nuevo pozo plano, paralelo al antiguo, construyendo igualmente un nuevo lavadero en el mismo lugar dónde estuvo el anterior. La producción era llevada hasta el puerto de Ribadesella mediante camiones.

Coto minero Requeté de Carrandi

Caseta del motor del cable (Fot. A. Mario Fernández, 2013)

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En febrero de 1965, ante insalvables problemas económicos y dificultades de índole técnica, la empresa dio en quiebra y la mina se cerró. Aunque hubo otras tentativas para la extracción de carbón en el Concejo, la actividad cesó por completo a finales de los años 80.

Coto minero Requeté de Carrandi

Bocamina (Fot. A. Mario Fernández, 2013)

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Del pantalán de carga solo se ha conservado un apoyo de torreta junto a la playa y la pilona marina de hormigón; de la mina aún es posible distinguir la caseta y la máquina del cable, en la zona alta de Carrandi, y la bocamina del pozo que se abrió en los años 50. Sobre su bocamina, alguien escribió: No murió, la mataron.